Eduardo González Viaña presentará el 17 del presente, a las 5 p.m., en el auditorio del edificio H de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), su más reciente libro, “El Trujillo de Vallejo”, que trata sobre la trascendencia del poeta César Abraham Vallejo Mendoza para Trujillo y el Perú, como fenómeno literario, y la revolución cultural que se gestó en esta tierra con su generación.
En esta breve entrevista, González Viaña, Doctor Honoris Causa de la UPAO y uno de los más exitosos escritores peruanos de las últimas décadas, habla sobre la más actual de sus obras.
—¿En qué categoría encaja “El Trujillo de Vallejo”?
—Es un libro-álbum. El texto inicia con una reseña histórica de Trujillo, desde la época colonial hasta la aparición de Vallejo. Luego viene una antología de las obras de los amigos y no tan amigos de César Vallejo. Más adelante, una colección de los artículos periodísticos que escribió el poeta durante su estadía en Europa y que se publicaron después en el Perú. Al final encontramos una colección fotográfica de la época, que es catálogo gráfico que representa la eclosión cultural que vivió el Perú y que nació en Trujillo.
—¿La sensibilidad de César Vallejo fue el producto del contexto trujillano de la época?
—No es casualidad la relación que existe entre Vallejo y Trujillo. Esta es una tierra de espíritu libertario desde sus orígenes, por las rebeliones que se forjaron desde la colonia y república. Antes de Ramón Castilla, ya en nuestra ciudad se había abolido la esclavitud. Además, el primer grito de la independencia se dio en Trujillo. Entonces, César Vallejo se nutrió de ese espíritu, de una tierra que siempre se ha caracterizado por albergar y nutrir a personas que estaban un paso adelante en el pensamiento.
—¿Y Trujillo fue otro a partir de Vallejo?
—Por supuesto, pero no solo Trujillo, sino el Perú. La literatura misma cambió. El modernismo era la corriente de la época y Vallejo, desde muy joven, ya daba luces de gran talento. Pero podía ir más allá, y lo hizo.
—No solo fue Vallejo, sino una generación de poetas, pintores, políticos, filósofos, narradores…
—Así es. Son coetáneos de Vallejo Alcides Spelucín, Antenor Orrego, Óscar Imaña, José Eulogio Garrido Espinoza y muchos más. El Grupo Norte ha sido el movimiento intelectual más formidable que ha visto surgir el Perú en una sola ciudad, en cuanto a lo estético, filosófico y político. Ese es el panorama que exhibo en “El Trujillo de Vallejo”.
—¿Por qué es tan importante Vallejo?
—Es imprescindible leer a Vallejo para ser un peruano entero. Su poesía es un salto a lo desconocido. Hay que entenderlo, conocer su obra y al personaje para comprendernos mejor.
—No es la primera vez que usted escribe sobre César Vallejo…
—No. Ya había publicado “Vallejo en los infiernos”, una novela biográfica sobre el injusto encarcelamiento del poeta, sus amores de juventud, los desencantos, la bohemia trujillana y su viaje a Europa, que por cierto fue gracias a la ayuda de Antenor Orrego.
—¿Cómo influenció Antenor Orrego en César Vallejo?
—Orrego jugó un papel importantísimo para el desarrollo artístico de Vallejo. Orrego ejerció una influencia personal, generosa y trágica en él. Y digo “trágica”, porque sacrifica su pasaje a París para dárselo a Vallejo, convencido de que en Europa lo apreciarían artísticamente como merecía, pues acá nadie lo entendía. Por esa nobleza, Orrego se comió casi quince años de cárcel.
—En palabras breves, ¿cómo resumiría “El Trujillo de Vallejo”?
—Como un homenaje a Trujillo y a César Vallejo, definitivamente.
(JPLV/APB-PRENSA UPAO)
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